Cinco explosiones ocurrieron en mayo pasado en Kirkuk, una ciudad en el norte de Irak. Y es en este delicado contexto, que el Estado Islámico (Isis) ha decidido demostrar que todavía existe.
Muchos yihadistas han regresado y están regresando de Siria. Según fuentes iraquíes y estadounidenses, hay 15.000 militantes de Isis en Irak.
Los combatientes del Estado Islámico quieren reorganizar sus actividades desde las nuevas bases iraquíes, con el riesgo de desestabilizar el precario equilibrio político e institucional de Iraq, volviendo a llevar al país de nuevo a la polarización etnoconfesional que ve a los sunniers por un lado y por el otro lado los chiítas.
La situación geopolítica en Oriente Medio está determinada no sólo por razones políticas, sino también, y sobre todo, por contrastes doctrinales.
Las dos principales facciones religiosas del Islam son los chiítas y el sunnismo, tan decisivos que el equilibrio de esta zona sigue afectando. Los sunitas, ahora casi todos los salafistas, conforman el 80% de la población islámica.
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